En el artículo anterior dimos un breve repaso de la fundación de la ciudad y de su primera forma de gobierno, la monarquía. Antes de comenzar a hablar del siguiente período de la historia de Roma, necesitaremos dar explicación a determinados asuntos fundamentales para entender la siguiente gran etapa de su Historia. De esa manera, conseguiremos, al pasar a hablar de la República, no perdernos en la maraña de cargos, instituciones y comicios que formaban la columna vertebral de esa sociedad. En este artículo referiremos la estructura civil, política y militar de la Roma primitiva.
Instituciones civiles y políticas
Instituciones civiles y políticas
- La Familia
Era en Roma la unidad doméstica, base del orden social. Formaban parte de ella el hombre libre a quien la muerte de su padre ha hecho dueño de sus derechos; su esposa, unida a él mediante confarreatio; sus hijos; los hijos de estos con sus mujeres legítimas; sus hijas no casadas y las hijas de sus hijos, con todos los bienes que cada uno poseía. Quedan excluidos los hijos de la hija, cuando al casarse pasan a la tutela de la casa de otro hombre.
Para los romanos era una verdadera desgracia morir sin descendencia y no perpetuar la familia. Por eso, desde los primeros tiempos se buscará impedirlo, dando al hombre sin hijos la posibilidad de buscarlo en el seno de otras familias y hacerlos suyos (adoptio) en presencia del pueblo.
El padre, o pater familias dirige y conduce la familia según la ley de su voluntad, firmemente protegido por las leyes del Estado romano. El pater familias, bajo la Ley de las XII tablas tenia vitae necisque potestas (potestad sobre la vida y la muerte) sobre todos los que estaban bajo su autoridad. Ante él no tienen ningún derecho los que viven bajo su techo: desde los animales hasta su esposa, pasando por esclavos e hijos.
A cambio de los servicios y prestaciones a los que los romanos patricios estaban obligados, participaban en el gobierno del Estado. Todos los ciudadanos, excepto las mujeres y los niños demasiado jóvenes, es decir, todos los quirites, se reunían en asamblea pública invitados por el rey, bien para recibir comunicaciones de este (conventio), bien para responder, votando por curias, a las mociones que les dirigía (comitia calata, comicios calados).
La duración vitalicia de la función, y su origen basado sobre los elementos fundamentales de la ciudad misma, conferían al Senado una gran importancia, que nunca hubiera adquirido si hubiese debido su convocatoria a un simple decreto del monarca. Es cierto que los senadores no tenían más que el derecho de consejo, cuando eran llamados para ello. El rey los convocaba y consultaba cuando lo tenía por conveniente; nadie podía dar su parecer si no se le pedía; y tampoco el Senado podía reunirse si no era convocado. En su origen, no fue el senado-consulto más que un decreto, y, si el rey no lo autorizaba, el cuerpo de donde emanaba no tenía ningún medio lega de hacer que llegase su "autoridad" al dominio de los hechos. Por otra parte, hubiera sido un grave abuso no consultar al Senado en todo asunto grave. Si por ejemplo, era necesaria una guerra contra algún vecino hostil, el rey, después de haber oído el consejo del Senado, refería el suceso al pueblo: si el pueblo y el Senado estaban de acuerdo (condición necesaria), la guerra era "justa" y tendrían de su parte el poder de los dioses.
Sólo el rey poseía el derecho de auspicium, la capacidad para interpretar los designios de los dioses en nombre de Roma como el jefe de augures, de forma que ningún negocio público podía realizarse sin la voluntad de los dioses, dada a conocer mediante los auspicios. El rey era por tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Fue Rómulo quien instituyó el cuerpo de augures, siendo él mismo reconocido como el más destacado entre todos ellos, de la misma forma que Numa Pompilio instituyó los pontífices, atribuyéndosele la creación de la doctrina religiosa de Roma.
El rey no era Dios a los ojos del pueblo; era más bien el propietario de la ciudad. No encontramos aquí la creencia de que existe una familia real por gracia de Dios; ese no se qué de misterioso que hace del rey un hombre distinto de un mortal ordinario. La nobleza de sangre y el parentesco con los reyes anteriores era una recomendación, pero no una condición de elegibilidad. Todo ciudadano mayor de edad y de cuerpo y espíritu sanos podía ser elegido rey.
Su reinado solo acababa con su vida. Cuando no nombraba sucesor, lo cual tenía el derecho y hasta la obligación de hacer, se reunían los ciudadanos sin previa convocatoria y designaban un "interrey" (inter-rex), cuyas funciones sólo duraban cinco días, y que no podía obligar al pueblo a que le jurase fidelidad. Y como tampoco podía este interrey nombrar un rey sin previa convocatoria de los ciudadanos, nombraba un segundo interrey por otros cinco días, con capacidad para elegir monarca. No lo hará sin preguntar a los ciudadanos y consultar al Senado, sin asegurarse, en suma, el consentimiento de todos respecto de la elección que iba a hacer. Así es como persistía inviolable la unidad del Estado.
Instituciones militares
El servicio militar afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años. Hasta los cuarenta y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y formaban la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio militar, ya que su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las magistraturas del Estado y hacer carrera política.
En función de la división original por curias (recordemos que 10 familias componían una gens, 10 gens una curia, y habían 10 curias por cada una de las tres tribus primitivas), la contribución a las levas era del siguiente modo: cada familia contribuía con un soldado de infantería (miles, miliciano) y cada gens con un soldado de caballería (celeres, caballero). Así pues, cada tribu aportaba 1000 soldados de infantería y 300 de caballería. El conjunto del ejército romano, la unión de las tres tribus, recibía el nombre de legión (legio). En los primeros tiempos Roma disponía sólo de una legión, y es dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades.
Los trescientos caballeros (centuriae celeres) formaban la caballería del ejército de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la Caballería (Tribuni Celerum) y el jefe supremo de la Caballería era el Magister Equitum.
El mando supremo de los infantes correspondía inicialmente al rey y después a los Cónsules o Dictadores (o a los Legatus). El mando de los infantes de cada legión correspondía a los Tribunos de la Milicia (Tribunus Militum).
Según las fuentes romanas, Servio Tulio, el sexto rey de Roma, reorganizó la población de Roma para incluir a los plebeyos en el ejercito. Distinguió , según podían o no armarse para la guerra, dos grupos: Los classis y los infra classem; a estos últimos los excluyó del servicio armado; a los primeros, los dividió en cinco subgrupos (classes) de acuerdo a su riqueza. A partir de esta distinción, creó nuevas tribus territoriales; 16 rústicas para los propietarios, llamados también asidui, y 4 urbanas para los no propietarios. Dispuso, finalmente, que cada clase contribuyera al ejército con un determinado número de centurias (grupos de cien hombres), debiendo la primera clase aportar el mayor contingente (80 centurias). Las segunda, tercera y cuarta clases se agrupaban en 20 centurias cada clase y estaba formada por lanceros armados todos con escudos y lanzas y, atendiendo, a su riqueza, con yelmos y espadas. La quinta clase se agrupaba en 28 centurias de honderos. La sexta clase, los infra classem, no realizaba tareas militares. Esta organización militar será la base de los comicios centuriados, nueva asamblea que reemplazará políticamente a los comicios calados, los cuales quedarán restringidos a funciones sacras.
El mismo rey, para facilitar las levas, dividió la ciudad en cuatro cuarteles (mapa). Los cuatro tenían una población similar y contribuían igualmente al reclutamiento militar. La división se refería únicamente al suelo y comprendía a los poseedores de este. Cada legión y cada centuria encerraban un contingente igual de cada uno de los cuarteles.
Para los romanos era una verdadera desgracia morir sin descendencia y no perpetuar la familia. Por eso, desde los primeros tiempos se buscará impedirlo, dando al hombre sin hijos la posibilidad de buscarlo en el seno de otras familias y hacerlos suyos (adoptio) en presencia del pueblo.
El padre, o pater familias dirige y conduce la familia según la ley de su voluntad, firmemente protegido por las leyes del Estado romano. El pater familias, bajo la Ley de las XII tablas tenia vitae necisque potestas (potestad sobre la vida y la muerte) sobre todos los que estaban bajo su autoridad. Ante él no tienen ningún derecho los que viven bajo su techo: desde los animales hasta su esposa, pasando por esclavos e hijos.
- Gens
- El Pueblo
A cambio de los servicios y prestaciones a los que los romanos patricios estaban obligados, participaban en el gobierno del Estado. Todos los ciudadanos, excepto las mujeres y los niños demasiado jóvenes, es decir, todos los quirites, se reunían en asamblea pública invitados por el rey, bien para recibir comunicaciones de este (conventio), bien para responder, votando por curias, a las mociones que les dirigía (comitia calata, comicios calados).
- El Senado
La duración vitalicia de la función, y su origen basado sobre los elementos fundamentales de la ciudad misma, conferían al Senado una gran importancia, que nunca hubiera adquirido si hubiese debido su convocatoria a un simple decreto del monarca. Es cierto que los senadores no tenían más que el derecho de consejo, cuando eran llamados para ello. El rey los convocaba y consultaba cuando lo tenía por conveniente; nadie podía dar su parecer si no se le pedía; y tampoco el Senado podía reunirse si no era convocado. En su origen, no fue el senado-consulto más que un decreto, y, si el rey no lo autorizaba, el cuerpo de donde emanaba no tenía ningún medio lega de hacer que llegase su "autoridad" al dominio de los hechos. Por otra parte, hubiera sido un grave abuso no consultar al Senado en todo asunto grave. Si por ejemplo, era necesaria una guerra contra algún vecino hostil, el rey, después de haber oído el consejo del Senado, refería el suceso al pueblo: si el pueblo y el Senado estaban de acuerdo (condición necesaria), la guerra era "justa" y tendrían de su parte el poder de los dioses.
- El Rey
Sólo el rey poseía el derecho de auspicium, la capacidad para interpretar los designios de los dioses en nombre de Roma como el jefe de augures, de forma que ningún negocio público podía realizarse sin la voluntad de los dioses, dada a conocer mediante los auspicios. El rey era por tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Fue Rómulo quien instituyó el cuerpo de augures, siendo él mismo reconocido como el más destacado entre todos ellos, de la misma forma que Numa Pompilio instituyó los pontífices, atribuyéndosele la creación de la doctrina religiosa de Roma.
El rey no era Dios a los ojos del pueblo; era más bien el propietario de la ciudad. No encontramos aquí la creencia de que existe una familia real por gracia de Dios; ese no se qué de misterioso que hace del rey un hombre distinto de un mortal ordinario. La nobleza de sangre y el parentesco con los reyes anteriores era una recomendación, pero no una condición de elegibilidad. Todo ciudadano mayor de edad y de cuerpo y espíritu sanos podía ser elegido rey.
Su reinado solo acababa con su vida. Cuando no nombraba sucesor, lo cual tenía el derecho y hasta la obligación de hacer, se reunían los ciudadanos sin previa convocatoria y designaban un "interrey" (inter-rex), cuyas funciones sólo duraban cinco días, y que no podía obligar al pueblo a que le jurase fidelidad. Y como tampoco podía este interrey nombrar un rey sin previa convocatoria de los ciudadanos, nombraba un segundo interrey por otros cinco días, con capacidad para elegir monarca. No lo hará sin preguntar a los ciudadanos y consultar al Senado, sin asegurarse, en suma, el consentimiento de todos respecto de la elección que iba a hacer. Así es como persistía inviolable la unidad del Estado.
Instituciones militares
El servicio militar afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años. Hasta los cuarenta y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y formaban la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio militar, ya que su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las magistraturas del Estado y hacer carrera política.
En función de la división original por curias (recordemos que 10 familias componían una gens, 10 gens una curia, y habían 10 curias por cada una de las tres tribus primitivas), la contribución a las levas era del siguiente modo: cada familia contribuía con un soldado de infantería (miles, miliciano) y cada gens con un soldado de caballería (celeres, caballero). Así pues, cada tribu aportaba 1000 soldados de infantería y 300 de caballería. El conjunto del ejército romano, la unión de las tres tribus, recibía el nombre de legión (legio). En los primeros tiempos Roma disponía sólo de una legión, y es dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades.
Los trescientos caballeros (centuriae celeres) formaban la caballería del ejército de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la Caballería (Tribuni Celerum) y el jefe supremo de la Caballería era el Magister Equitum.
El mando supremo de los infantes correspondía inicialmente al rey y después a los Cónsules o Dictadores (o a los Legatus). El mando de los infantes de cada legión correspondía a los Tribunos de la Milicia (Tribunus Militum).
Según las fuentes romanas, Servio Tulio, el sexto rey de Roma, reorganizó la población de Roma para incluir a los plebeyos en el ejercito. Distinguió , según podían o no armarse para la guerra, dos grupos: Los classis y los infra classem; a estos últimos los excluyó del servicio armado; a los primeros, los dividió en cinco subgrupos (classes) de acuerdo a su riqueza. A partir de esta distinción, creó nuevas tribus territoriales; 16 rústicas para los propietarios, llamados también asidui, y 4 urbanas para los no propietarios. Dispuso, finalmente, que cada clase contribuyera al ejército con un determinado número de centurias (grupos de cien hombres), debiendo la primera clase aportar el mayor contingente (80 centurias). Las segunda, tercera y cuarta clases se agrupaban en 20 centurias cada clase y estaba formada por lanceros armados todos con escudos y lanzas y, atendiendo, a su riqueza, con yelmos y espadas. La quinta clase se agrupaba en 28 centurias de honderos. La sexta clase, los infra classem, no realizaba tareas militares. Esta organización militar será la base de los comicios centuriados, nueva asamblea que reemplazará políticamente a los comicios calados, los cuales quedarán restringidos a funciones sacras.
El mismo rey, para facilitar las levas, dividió la ciudad en cuatro cuarteles (mapa). Los cuatro tenían una población similar y contribuían igualmente al reclutamiento militar. La división se refería únicamente al suelo y comprendía a los poseedores de este. Cada legión y cada centuria encerraban un contingente igual de cada uno de los cuarteles.
- Organización del ejército
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